La elección de pareja es un proceso complejo, influido por múltiples factores psicológicos, sociales y emocionales. Lejos de ser aleatoria, esta elección está profundamente condicionada por nuestras experiencias familiares tempranas, muchas veces de forma inconsciente.
Comprender cómo los vínculos que establecimos con nuestras figuras de apego (padres o cuidadores) moldean nuestras relaciones amorosas adultas es esencial para construir vínculos más sanos. En este artículo exploraremos esa conexión y cómo la terapia de pareja puede ayudar a sanar patrones relacionales repetitivos.
La elección de pareja se refiere al proceso, mediante el cual seleccionamos a una persona con quien establecer un vínculo afectivo. Esta decisión no depende únicamente del amor o la atracción, sino también de creencias, expectativas y modelos de relación internalizados en la infancia.
Según la teoría del apego desarrollada por John Bowlby, los patrones emocionales que vivimos en la infancia se activan en las relaciones íntimas adultas. Así, tendemos a reproducir los estilos de apego que aprendimos en casa.
Muchas veces, los patrones que aprendemos en la infancia se manifiestan en nuestras relaciones sin que seamos plenamente conscientes de ello. Detectar estas señales puede ser el primer paso para comprender por qué repetimos ciertas dinámicas amorosas. A continuación, te comparto algunos indicios comunes de que las experiencias familiares están condicionando la elección de pareja:
El terapeuta ayuda a cada miembro a reconocer qué aprendizajes familiares están replicando en la relación actual.
Frases como “el amor duele” o “si de verdad me quiere, debería ponerse celoso/a” pueden cuestionarse y transformarse desde un marco más sano.
Se fomenta un diálogo que no repita los esquemas de ataque-defensa heredados del hogar familiar.
La pareja puede reconstruirse no desde carencias infantiles, sino desde una elección consciente y responsable.
Cuando no reflexionamos sobre la elección de pareja, corremos el riesgo de:
Por eso, tomar conciencia de nuestra historia familiar no es una culpa, sino una oportunidad para amar de forma más libre y auténtica.
La elección de pareja está profundamente influida por nuestras experiencias familiares. Lo que aprendimos sobre el amor, la intimidad, el conflicto y la seguridad emocional en nuestra infancia, deja una huella que puede guiarnos, o limitarnos, en nuestras relaciones adultas.
La buena noticia es que, al tomar conciencia de estos patrones, podemos transformarlos. La terapia de pareja ofrece un espacio seguro para identificar, sanar y elegir desde la madurez, no desde la herida.
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