Recuperarse de un trauma sexual es un proceso complejo y muy personal. Las heridas que deja una experiencia de abuso no desaparecen por sí solas, pero tampoco tienen por qué acompañarte toda la vida. Con el acompañamiento adecuado, es posible reconstruir la confianza, la seguridad y la relación con tu propio cuerpo y tu sexualidad.
Este artículo es una guía para entender cómo empezar ese camino y de qué manera herramientas como el EMDR o la terapia sexual pueden ayudarte a sanar.
Después de un abuso sexual, muchas personas quedan atrapadas en un estado de confusión, miedo o bloqueo. Pueden pasar años sin que se hable de lo ocurrido, y sin embargo, el cuerpo y la mente siguen respondiendo como si el peligro siguiera presente. Algunos síntomas habituales son:
Estas respuestas no son debilidad. Son formas de adaptación del cuerpo y del sistema nervioso ante una situación traumática. Comprenderlo es el primer paso para recuperarse de un trauma sexual.
Muchas personas que han vivido una situación de abuso minimizan lo ocurrido o incluso dudan de su propia experiencia. Reconocerse como víctima no significa etiquetarse ni quedar atrapado en el dolor, sino validar lo que pasó y aceptar que tuvo un impacto real.
Ponerle nombre al trauma permite empezar a tomar decisiones: buscar ayuda, poner límites, hablarlo por primera vez… Es el inicio del proceso de recuperación.
Contar lo que se ha vivido puede dar miedo. No es extraño que aparezcan pensamientos como “nadie me va a creer”, “es demasiado tarde” o “ya debería haberlo superado”. Pero hablar del trauma en un espacio terapéutico, seguro y sin juicio, ayuda a liberar el malestar emocional y a comenzar a integrar lo ocurrido.
La relación con la terapeuta es clave: solo en un vínculo de confianza es posible expresar lo que durante tanto tiempo ha estado bloqueado o silenciado.
Una parte importante del proceso para recuperarse de un trauma sexual es trabajar los miedos y bloqueos que han quedado asociados a lo vivido. A menudo, esto implica:
No se trata de “olvidar” lo que pasó, sino de hacer las paces con esa parte de la historia, de forma que deje de condicionar el presente.
Después de un trauma sexual, la relación con la sexualidad puede quedar profundamente dañada. Puede aparecer rechazo, miedo, dolor o desconexión. La terapia sexual es un espacio para trabajar estos temas con total respeto, sin presiones ni expectativas.
Desde este enfoque se puede:
Cada proceso es único, y el ritmo lo marca siempre la persona.
El EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) es uno de los tratamientos más eficaces para superar traumas. Está validado científicamente por organismos como la Organización Mundial de la Salud y es especialmente útil en casos de abuso sexual.
A través de una estimulación bilateral (como movimientos oculares o golpecitos alternos), esta técnica ayuda al cerebro a procesar las memorias traumáticas, reduciendo la intensidad emocional y permitiendo reorganizar el recuerdo de forma menos dolorosa.
Quienes han pasado por EMDR suelen notar:
Si has vivido una experiencia de abuso sexual y sientes que esto sigue afectándote, es importante que sepas que no estás sola. En nuestro centro, la Psicóloga Inmaculada D. Ángel ofrece acompañamiento especializado en trauma, con un enfoque integrador que combina EMDR y terapia sexual para ayudarte a recuperar tu bienestar, tu seguridad y tu capacidad de disfrutar de relaciones saludables. Conoce más sobre nuestro servicio de terapia sexual y da el primer paso hacia tu bienestar.
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