Las relaciones con nuestras figuras de apego evolucionan a lo largo de la vida. Aunque en la infancia dependemos emocionalmente de ellas, en ciertas etapas podemos sentir el deseo de huir de nuestras figuras de apego debido a conflictos no resueltos, falta de apoyo o dinámicas tóxicas.
Comprender este fenómeno nos ayuda a gestionar mejor nuestras emociones y tomar decisiones que favorezcan nuestro bienestar emocional.
Desde la infancia, las figuras de apego (padres, cuidadores o referentes afectivos) nos proporcionan seguridad emocional y nos ayudan a desarrollar un sentido de identidad. Sin embargo, este vínculo puede verse afectado por diversas circunstancias que generan malestar o incluso la necesidad de alejarnos.
Algunas razones comunes que pueden llevarnos a querer huir de nuestras figuras de apego incluyen:
Si existen conflictos constantes con nuestras figuras de apego o problemas emocionales no resueltos, es posible que sintamos frustración o incomodidad al interactuar con ellas. La falta de comunicación efectiva puede hacer que el vínculo se deteriore, generando la necesidad de distanciamiento.
Cuando las figuras de apego no proporcionan el respaldo emocional necesario, puede aparecer una sensación de soledad o abandono. Esto puede llevarnos a buscar apoyo en otros entornos, alejándonos emocionalmente de quienes deberían haber sido nuestra principal fuente de seguridad.
En algunos casos, las figuras de apego pueden ser el origen de maltrato emocional, negligencia o abuso. Esto puede incluir comportamientos controladores, manipulación, agresiones verbales o incluso abuso físico y sexual. En estas situaciones, huir de nuestras figuras de apego puede ser una respuesta natural para preservar la seguridad personal y el bienestar psicológico.
Muchas veces, las relaciones con nuestras figuras de apego pueden generar sentimientos contradictorios. Podemos desear su amor y protección, pero al mismo tiempo sentir que no nos brindan el apoyo emocional que necesitamos. Esta ambivalencia puede crear un conflicto interno que nos impulse a alejarnos temporal o permanentemente.
Es importante recordar que estos sentimientos pueden ser temporales y estar influenciados por experiencias específicas. Existen estrategias que pueden ayudar a procesar estas emociones de manera saludable:
La terapia psicológica es una herramienta fundamental para comprender los sentimientos asociados a nuestras personas de apego y aprender a gestionarlos. Algunas opciones efectivas incluyen:
En Psicóloga Inmaculada D. Ángel ofrecemos tratamientos especializados para ayudarte a gestionar estas emociones y mejorar tu bienestar.
Si la relación aún es salvable y no se trata de una dinámica abusiva, una comunicación abierta y honesta puede ayudar a resolver conflictos y mejorar el vínculo.
Cuando el contacto con las figuras de apego genera sufrimiento, es fundamental aprender a establecer límites emocionales para proteger nuestro bienestar.
Tener relaciones sanas con amigos, pareja o terapeutas puede ser clave para afrontar los desafíos emocionales que surgen en nuestras relaciones familiares.
El deseo de huir de nuestras personas de apego puede surgir por diversas razones, desde conflictos no resueltos hasta dinámicas de abuso. Identificar el origen de estas emociones y buscar apoyo profesional puede ser clave para sanar y construir relaciones más saludables.
Si te encuentras en una situación difícil, en Inmaculada D. Ángel te ofrecemos ayuda a través de terapia EMDR, y terapia individual para tratar estos conflictos y mejorar tu bienestar emocional. No tienes que enfrentarlo solo, estamos aquí para apoyarte.
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